lunes, 8 de diciembre de 2014

Ni mito ni leyenda, los desconectados de servicios públicos domiciliarios son una realidad

Los Mitos y las Leyendas son una de las costumbres más importantes del pueblo colombiano y hacen parte de la tradición oral que se encargó de unir la fantasía con las creencias populares. El Sombrerón, la Llorona, la Pata Sola, la Madre Monte, el Mohán, son algunas de esas leyendas de personajes fantásticos que permanecen en nuestra memoria. 

En Medellín también parece que algunos temas se han vuelto mito: Vemos en vallas regadas por toda la ciudad, en prensa, tv y radio, que esta ciudad es la más innovadora y que aquí la plata si se ve; que es una ciudad para la vida; que tenemos una empresa de servicios que es pública, entre otros maquillajes y mentiras repetidas al punto de que hemos terminado por creérnoslas.

Y sí; hay grandes inversiones en proyectos de recuperación del espacio público y para mejorar la movilidad de la ciudad; vemos cómo los grupos políticos y gremios económicos dominantes no escatiman en planes y presupuestos para desarrollar obras de infraestructura como la conexión vial Aburrá Rio Cauca, el túnel de oriente, los metro cables de las comunas 6 y 8, y el parque del río que para el año entrante cuenta con una asignación presupuestal de 7 mil millones de pesos o el cinturón verde -jardín circunvalar- con 4 mil 500 millones.

Mucha inversión sí, pero en medio de la pobreza a la que la administración municipal ha empujado a la mayoría de habitantes de la ciudad innovadora ¿por qué los medellinenses no podemos definir las necesidades a las cuales debe hacérsele inversión social prioritaria? es un mito mentiroso el del encorbatado que se preocupa por aminorar los altos costos sociales producidos incluso por esos desarrollos urbanísticos en la vida y economía de los vecinos de las obras.

Esta ciudad iluminada con más de 30 millones de bombillas led y 800 kilómetros de manguera luminosa oculta graves tragedias humanitarias en los barrios populares: la escasez de agua potable para más de 15 mil personas de la comuna 8 a tan solo 10 minutos del centro de la ciudad; las condiciones de insalubridad para más de 30 mil familias sin un adecuado sistema de alcantarillado; la implementación de energía prepago como estrategia comercial de recaudo de cartera la cual ya tiene más de 100 mil “clientes” en su mayoría desconectados, miles de desempleados que en su rebusque diario apenas tienen la libertad para decidir si comprar la comida o la recarga de energía.

¡Y el agua prepago sí que no es un mito aquí! Ya se impone, como si el agua fuera mercancía, sabiéndose que más que derecho o mercancía, el agua es vida.
¿Por qué no hay suficiente presupuesto para los sectores y barrios populares carentes de obras necesarias como el acceso a alcantarillado que beneficiaría la salubridad pública y el medio ambiente, pero también la estabilidad del suelo y la seguridad de la vivienda? ¿Qué voluntades tiene la alcaldía de Medellín para buscar resolver graves problemáticas sociales como la ausencia de agua potable, vivienda, energía eléctrica, alimentación, empleo?

Paradójicamente en días pasados nos enteramos sobre la aprobación del presupuesto de EPM para los próximos 4 años por la no modesta suma de 10,5 billones de pesos que se invierten para promover la expansión de los negocios del Grupo EPM, para modernizar y mejorar su técnica de mercantilización y privatización de nuestros bienes comunes.


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